Por: Vadik Barrón Autora de seis libros de poesía, de literatura infantil y traductora a tiempo completo, Laura Wittner es la invitada argentina de Latinale 2013 que finaliza hoy en Osnabruck y compartió brevemente con Ciberandes.
Ciberandes: Cuéntanos un poco de tu actividad literaria los últimos años.
L.W. El último libro que publiqué se llama “Balbuceos en una misma dirección”, que es de 2011, aunque en realidad el último libro que se publicó y yo siento mío salió el año pasado y es una traducción del poeta estadounidense James Schuyler, a quien vengo leyendo y traduciendo hace muchos años y finalmente una editorial me propuso publicarlo. Hice la traducción, la selección, el prólogo, hay fotos, hay una entrevista traducida y ese libro me tiene muy contenta porque yo trabajo como traductora pero no de poesía, nadie paga por traducir poesía en Argentina, es un proyecto personal, que aunque no es un libro mío, lo siento como si fuera mío. En 2009, publiqué “Lluvia”, antes “La tomadora de café” (2005) y “Las últimas mudanzas” (2001) y bueno, ya en la prehistoria, dos plaquettes chiquitas, “El pasillo del tren” (1997) y “Los cosacos” (1999), hechas caseramente con un grupo de amigos. Y por otra parte publiqué algunos libros para niños también, hay dos que se venden en una librería que se llama Mundo Azul acá en Alemania. Y después como traductora publiqué muchos libros.
Ciberandes: ¿Cómo ves la poesía actual de tu país y de Latinoamérica?
L.W. La verdad es que no tengo una teoría muy clara. Sí noto que en Latinale hay una mayor diversidad que en una lectura en Argentina, donde generacionalmente hay uno o dos rumbos que los demás seguimos. Acá me parece que se “permite” un poco más de lirismo, la poesía argentina actual tiende a ser mucho más coloquial. Me parece que todas las tendencias tienen cosas interesantes, pero en Argentina no es común escuchar algunos poemas que escuchamos aquí.
Ciberandes: Crees que eso obedece a un tema generacional, a una tendencia, a la búsqueda de una estética…
L.W. Creo que hubo un momento en que de una generación a la siguiente se rompió con lo que había. A mi generación, que se nos llama “Generación del 90”, se nos dice “objetivistas” aunque yo no me veo tan objetivista, de verdad. Hace poco me tocó ser jurado de un concurso de poesía de Rosario, en la provincia de Santa Fe, y hay cierta uniformidad: poemas muy narrativos, casi de guión cinematográfico, de contar lo que se ve en primera persona, eso lo noto en gente más joven que yo. Pero realmente creo que cada uno está en su búsqueda, me es difícil dar un paso atrás y tener una visión general de lo que pasa. Ahora muchos publican en ebooks y me resulta difícil seguir ese ritmo.
Ciberandes: Decía Karen Sevilla que los medios virtuales también exigen lectores virtuales…
L.W. Y yo no lo soy. A mí me cuesta mucho leer en la pantalla si no es por trabajo. Poesía, la verdad, cuando algo me gusta lo imprimo en una hoja.
Ciberandes: ¿En qué proyectos estás involucrada ahora?
L.W. Yo voy escribiendo los poemas, nunca los pienso como libro, lo que pasa es que, por épocas, esos poemas se reúnen alrededor de algún eje común, que a veces lo percibo solo yo, es sutil. Y por suerte tengo varios poemas nuevos que espero en algún momento terminen siendo un libro.
Se esconden, los sentidos, unos detrás de otros. Hacen cú-cú en esa larga fila de metamorfosis, signos leídos a velocidad y sonidos que un instante son sutiles y al siguiente, monstruosos (como los que entran, de noche, por un solo lado de la almohada).
Fragmento de “Balbuceos en una misma dirección”, 2011.
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