Por: Amancaya Finkel La fiesta como modo de preservar la propia cultura. Cerca de mil peruanos y latinoamericanos participaron este domingo 5 de enero de la fiesta de la Bajada de Reyes en Berlín que se realiza cada año en honor a los reyes magos y el niño Jesús. Debido a que en 2014 el 6 de enero cayó día lunes, los residentes peruanos de la capital alemana decidieron llevar a cabo el festejo un día antes a la fecha oficial de la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a Belén. La fiesta se llevó a cabo con música, comiday mucha diversión en el salón Awa Saal de la ciudad de Berlín.
La «Bajada de Reyes», que hace veinte años no era sino una reunión menor de compatriotas y amigos cercanos, a través del tiempo se ha convertido en una fiesta multitudinaria para grandes y pequeños; un momento para reencontrarse, compartir y sentirse por unas horas como «en casa». Se trata sobre todo de una fiesta para los niños y niñas, quienes bailaron y jugaron por todo el salón junto a personajes como Dora la Exploradora, Papá Pitufo o La Frutillita.
Uno de los invitados especiales y que causó mayor expectativa fue nada menos que Lukas, un colorido papagayo gigante que, como se dijo a los niños y niñas presentes, llegó a la fiesta directamente desde Iquitos, una conocida cuidad tropical en medio de la selva peruana. La celebración de La Bajada de Reyes es también una forma de acercar a los más pequeños de la casa a la cultura latinoamericana y sus costumbres. «Es para transmitirles la cultura nuestra, porque ellos ya han nacido y se han criado aquí, en Alemania», nos dice Delfín González que participa del festejo desde hace varios años.
«Vengo principalmente por mi hija Zoe», comenta Fanny Suárez, madre de una niña de seis años que brinca y baila en el salón con sus amiguitos. Le interesa que su hija conozca sus orígenes y se integre con la comunidad peruana, que conozca la comida, la música y la fiesta. «Los niños están cantando, bailando y hacen juegos. Los alemanes no celebran de esa manera», agrega.
La fiesta del niño Manuelito
Quienes hacen posible esta fiesta son principalmente los cuatro padrinos o «mayordomos» que se nombran cada año y quienes invierten el dinero necesario para que la fiesta se haga realidad. La fiesta es gratuita, aunque quienes participan de la misma, nunca llegan con las manos vacías. El requisito para formar parte del festejo es traer una «ofrenda» para el niño Jesús o el niño Manuelito, como se le llama en Cusco, de donde proviene Celso Huanccollucho quien hace más de veinte años dio inicio a la celebración de la Bajada de Reyes en Berlín y quien actualmente reside en Perú. Por ello algunos de los asistentes, los que vienen de Cusco o de la sierra peruana, llaman a esta fiesta «La Bajada del niño Manuelito».
«Vivían en las casas ocupadas con los punks» señala Armando Navarro refiriéndose a algunos artesanos peruanos migrantes que en una de las casas ocupadas de Berlín, desde hace dos décadas empezaron a celebrar la Bajada de Reyes o del niño Manuelito. Fue Celso Huanccollucho quien trajo de Perú la imagen de un niño Manuelito que aún hoy es el centro en el nacimiento que la comunidad peruana arma cada año.
«Durante la época de la colonia los indígenas se acostumbraron a llamar a Jesús con el nombre de Manuel, por eso se habla del niño Manuelito», señala Navarro. Los evangelizadores españoles solían referirse a Jesucristo como Emanuel, una palabra de origen hebreo que significa «Dios con nosotros» y, de manera coloquial, los indígenas empezaron a llamarlo simplemente Manuel. La leyenda del niño Manuelito refiere la historia de un niño indígena y pastor de nombre Marcelino Mayta que jugaba con otro pequeño que decía llamarse Manuel. Eventos inexplicables y milagrosos empezaron a ocurrir en torno a Marcelino, cuyo misterioso amigo no era otro que Emanuel, Jesús, el niño Manuelito.
La fiesta del Awa Saal de Berlín se inició a las cuatro de la tarde y se prolongó hasta la noche. Maribel Pastor quien también es mayordomo este año, se ha pasado tres días cocinando para la cena junto a otras doce personas. Algunas personas llevaron tortas, pasteles y otros dulces. Pero el esfuerzo valió la pena porque la gente quedó más que contenta y satisfecha.
No solamente se hicieron presentes peruanos que viven enBerlín; por ejemplo: Carlos Espinoza, un profesor de español y matemáticas que reside en Praga, hizo un largo viaje junto a otros seis amigos suyos solamente para estar aquí esa noche.
La inversión que realizaron los cuatro mayordomos que organizan la fiesta no es menor. Se trata de un aporte que oscila entre 1000 y 2000 Euros por mayordomo. «Es que en Perú la gente deja de comer por su devoción, por su fe», afirma Franklin González, miembro de la organización permanente de la fiesta de Bajada de Reyes.
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