HatunTaqeWiraqocha_CruzConquista
Por: José Ochante Huanccollucho
De las muchas historias que se escuchan en la ciudad del Cusco, dos me parecieron muy interesantes, quizás por la relación que yo veía entre ellas. Se cuenta que en el año 1536 los españoles, que estaban sitiados por guerreros incas, salvaron de una muerte segura gracias a la aparición de la Virgen María con el niño Jesús en brazos. El Inca Garcilaso de la Vega lo cuenta de esta manera: “Estando ya los indios para arremeter contra los cristianos, se les apareció en el aire Nuestra Señora con el Niño Jesús en brazos, con grandísimo resplandor y hermosura, y se puso delante de ellos. Los infieles, mirando aquella maravilla, quedaron pasmados: sentían que les caía en los ojos un polvo, ya como arena, ya como rocío, con que se les quitó la vista de los ojos que no sabían dónde estaban. Tuvieron por bien volverse a su alojamiento antes que los españoles saliesen a ellos. Quedaron tan amedrentados que en muchos días no osaron salir de sus cuarteles”.
Todo eso, cuentan, ocurrió en una parte del templo del gran Illa Tecse Wiraqocha, algunos se refieren a esa parte como el Sunturhuasi o casa de las armas. Ese lugar, luego, se convertiría en la primera iglesia del Cusco. La iglesia del triunfo fue el primer lugar donde el cura Valverde, quien fue el primer obispo del Cusco y con eso de toda Sudamérica, celebró una misa. Ya en nuestros días, podemos encontrar en el ahora templo del Triunfo, en el altar mayor, dos pisos con dos hornacinas principales, en una de ellas podemos encontrar la talla de la Virgen de la Asunción y, en la hornacina superior, podemos encontrar la llamada Cruz de la Conquista. Según una publicación del arzobispado del Cusco, fue esa misma cruz que se encuentra en el templo del Triunfo, la que el sacerdote Valverde mostró al inca Atahualpa en Cajamarca, para luego ser llevada al Cusco y, ante esa cruz, celebrar la primera misa en la ciudad y así empezar la evangelización cristiana en el Perú.
En el mismo documento podemos encontrar otro dato también interesante, una historia diferente y a la vez, relacionada a la cruz. Cuentan que, en el Altar del Perdón de la Catedral del Cusco se encontraba a vista de cualquier visitante una enorme piedra tallada y pulida hecha de diorita, material usado constantemente por los incas en construcciones de edificios importantes. Tiene una forma ovoide y se le conoce como Hatun Taqe Wiraqocha, esta piedra que tiene más de medio metro de altura fue y es aún sagrada para muchas personas del antiguo y actual Cusco. Hace muchos años, cuando se intentaba con fuerza extirpar toda aquella idolatría que estuviera contra la religión católica, se ordenó que la piedra sagrada fuera llevada a un depósito. Muchas personas protestaron de inmediato contra semejante decisión. Esto llevo a que se ordenara retornar la escultura de Hatun Taqe Wiraqocha, pero no a su lugar de origen, sino a uno completamente diferente, a la parte izquierda de la puerta principal de entrada a la Catedral, en otras palabras, atrás de la puerta principal del actual recinto católico más importante de la antigua capital del imperio de los Incas.
La Catedral del Cusco, que fue construida donde antes se encontraba una de las Wak’as más importantes de la ciudad, en el templo del gran Illa Tecse Wiraqocha, alberga muchos tesoros históricos, es así que, en el templo del Triunfo, que se ubica al lado norte de la Catedral, se pueden encontrar entre otras cosas, las cenizas del cronista Inca Garcilaso de La Vega y también, la ya mencionada Cruz de la Conquista. Es interesante ver como la “primera” cruz que llego a territorio inca, ostenta de una posición privilegiada en el que antes era el más importante templo inca, mientras que el Hatun Taqe Wiraqocha, que es la representación del dios Illa Tecse Wiraqocha, quien fuera el “Dios fundamental”, el más importante en el tiempo de los incas, tiene un lugar menos privilegiado, quizás olvidado o por decirlo de alguna forma, marginado a un rincón detrás de la puerta. Quizás, podamos ver en estos dos ejemplos, lo que pasa con la cultura ganadora y la que pierde, pues aun después de tantos años, la Cruz de la conquista sigue en el mismo lugar del templo del Triunfo y, a pesar de muchas penurias como ser escondido en un depósito, haber prohibido su adoración, por un tiempo colocarle encima un vidrio para evitar que los devotos la tocaran, a pesar de ese intento para que la gente olvidara con eso sus deidades, su cultura y sus tradiciones, el gran Hatun Taqe Wiraqocha aún sigue resistiendo, aunque casi escondido, pero en su lugar de origen y nosotros, igualmente, seguimos yendo cada martes o viernes a ofrendar con hojas de coca, maicito u otras cosas a la que fue y es nuestra deidad. Varias veces pude ver como después de la misa, disimuladamente, gente esperaba su turno para poder tocar y sentir la energía que emana del gran Hatun Taqe Wiraqocha y eso, a pesar de que mucha gente no sabe de su existencia, de que en los innumerables tours que se ofrecen en la Catedral, sea ignorado como parte de nuestra cultura. Hace un tiempo, también yo, antes de emprender un largo viaje, fui a la Catedral y al tocar al gran Hatun Taqe Wiraqocha pude sentir esa gran energía que en mi corazón me repetía que todo iría bien, me sentí agradecido, mire a mi alrededor y me di cuenta que, a pesar del frío en la Catedral, ese lugar era el más acogedor.
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