Considerado el mural más grande de América del Sur, cuando fue inaugurado hace 20 años, un impresionante fresco, obra pictórica, de cincuenta metros de longitud por seis metros de alto se exhibe en la avenida El Sol del Cusco. Esta importante obra fue realizada por el artista cusqueño Juan Bravo Vizcarra.
El mural está ubicado en la cuadra 9 de la avenida El Sol, la vía más concurrida de la Ciudad Imperial, que va desde la Plaza Mayor hasta Pumaqchupan o “Cola del Puma”. El cual ha sido pintado sobre un bloque de concreto y se eleva a una altura de dos metros. Por encima de esta majestuosa construcción destaca el fresco que “fue ejecutado en nueve meses, ni un día más ni menos, como demora el ser humano en venir al mundo” sostiene su autor.
Para realizar el mural se empleó pintura acrílica traída de México, cuyo pigmento está integrado con una resina sintética, siendo esta un medio polimerizado para aglutinar el matiz.
El mural que representa la historia del Cusco desde la prehistoria hasta nuestros días cubre un lapso de tres mil años, ahí están representados los hechos más significativos.
“Cada personaje tiene las vestimentas y atavíos propios de cada época”, sostiene Bravo, enfatizando que en alguno de ellos se tomó licencias en su representación, mostrando a Pachacútec como personaje central debajo del Dios Inti (Sol).
Así el mural tiene varias escenas. La primera se inicia con las culturas anteriores al Tahuantinsuyo, donde se muestra la domesticación de los auquénidos como las alpacas, y la siembra de cultivos como la quinua, oca, frutas, además de la invención del fuego y el dominio de los metales y la piedra. El autor señala que esta escena concluye con la presencia de los cuatro hermanos Ayar, fundadores del Incanato, que “son cuatro parejas con distintas habilidades y oficios”.
El segundo cuadro presenta el desarrollo de la civilización Inca, con escenas de la construcción de puentes de paja bravía donde transitan caravanas de llamas, el trabajo de tallado y traslado de piedras gigantescas, el dominio de los cerros con la edificación de andenes y los grandes avances en medicina como las trepanaciones de cráneos, así como la realización de grandes ceremonias como el Inti Raymi y otros.
El siguiente cuadro del mural de la historia del Cusco muestra “la llegada de los españoles, con banderas, estandartes del rey de España, representados por un centauro, mitad caballo y mitad guerrero español, con armadura de hierro.
“La iglesia está representada por un cura dominico de rostro adusto, apareciendo también los ‘alanos’, perros cruzados con mastines que solo comían carne humana”, expresa su autor. En esta escena también están representados -entre otros- el inca Garcilaso de la Vega, el obispo Mollinedo y Angulo y el pintor mestizo Diego Quispe Tito; además de escenas de torturas.
La siguiente escena muestra el levantamiento en Tinta del precursor José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, y la tortura del que fue víctima con cuatro caballos. Bravo Vizcarra explica que “los cuatro son centauros que representan a la corona española, a la iglesia, a la fuerza militar y a los terratenientes”, mostrando además al dios K’uychi (Arco Iris) que con su cabellera enlaza la siguiente escena que es el paso a la Independencia y la República.
Esta última escena muestra a los precursores, entre ellos al cusqueño Agustín Gamarra, que fue prefecto de Bolívar, así como los primeros días del Perú independiente con sus nuevas industrias, el avance de las artes y oficios, y finaliza con una ronda de niños de todas las clases sociales y etnias que «prometen forjar un Cusco desarrollado y próspero», según el artista Juan Bravo.
El artista al final nos precisa que “cierra el mural un Inkari, es decir el renacer majestuoso, que con pecho en alto se enfrenta al futuro con confianza y valor, mostrando un ejemplar de un libro editado por la Municipalidad Provincial del Cusco, que da cuenta del mural de la historia de la Ciudad Imperial».
Por: Adelayda Letona García
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